Las Supercopas le sientan de maravilla al Barcelona. Si hace unos días cosechaban la de España, la noche del viernes lograron la de Europa ante nada más y nada menos que el Oporto (2-0). Fue un encuentro extraño el vivido en el Estadio Louis II, donde a pesar del resultado, los portugueses no lo pusieron sencillo. Pero por ahí apareció un tal Messi, primero para burlar a Helton y definir a la perfección y luego, cuando el rival acechaba, inventarse una asistencia pluscuamperfecta sobre Cesc, que en unos días ha igualado con la elástica blaugrana los títulos logrados en el Arsenal durante ocho. El Oporto acabó desquiciado, con nueve jugadores, y el Barça, ampliando una leyenda que no parece tener techo.
El arranque del encuentro trajo consigo una llamativa decisión de Pep Guardiola en su ‘XI’. El técnico de Santpedor optó por un centro del campo con Keita, dejando en el banquillo a Sergio Busquets y apostando por un eje central de la defensa cada vez de menos circunstancias: Mascherano y Abidal. Y si bien el argentino tuvo una actuación sobresaliente, como si en esa posición hubiese jugado toda su vida, la del francés fue más bien de suficiente raspado, salvado en gran parte por la concentración de su compañero de fatigas, siempre al quite ante un posible despiste del galo. Arriba, la artillería habitual, formada por Villa, Messi y Pedrito. En el bando contrario, Vítor Pereira no se guardó ningún as bajo la manga y puso en liza a sus mejores hombres, con Hulk como abanderado. El brasileño fue, sin duda, el verdadero quebradero de cabeza de la retaguardia blaugrana, sobre todo en la primera entrega.
A pesar que la liga portuguesa ya ha comenzado y que la española lo hará este fin de semana, ni unos ni otros mostraron sus credenciales. Sobre un césped que no estuvo a la altura de toda una final entre el campeón de la Champions League y el de la Europa League, el Barcelona y el Oporto comenzaron intercambiando golpes, sin un dueño claro del partido, pese a que la posesión fuese barcelonista. Así, Pedro fue el primero en probarlo. Luego le tocó a Hulk, que burló la presión de Abidal y que disparó demasiado alejado. Una de las ocasiones más claras, antes del gol de Messi, la protagonizó el Barça tras una preciosa triangulación entre Villa, Adriano y Xavi, que tras la pared de sus dos compañeros y recibir en la media luna del área, buscó superar un Helton eludió la oportunidad culé.
Sin esa lección de fútbol constante, el Barcelona se fue acercando cada vez más al área portuguesa. Con esa pizca de suerte, sin jugada creativa de por medio, y con la pillería que caracteriza a Messi, una asistencia totalmente involuntaria pero perfectamente al hueco, sirvió para que la luz del ‘10’ se encendiera, se encontrara en un mano a mano con Helton y, tras amagar de un lado a otro, logró rifar al brasileño para perpetrar el plan blaugrana. Corría el minuto 38 y el resultado, sin demasiadas estridencias, era de 1-0, resultado con el que el que los jugadores se fueron camino a los vestuarios. El Oporto, sin fluidez en su juego y contrariado por un marcador quizá excesivo, debía como poco, marcarle dos goles para darle la vuelta a la final.
Tras la pausa el partido fue otra historia. Sustituciones, ocasiones, cansancio. Una remesa de circunstancias que hicieron más vistoso el encuentro. El Barça, por un lado, empezó a tirar de elaboración propia, sintiéndose más cómodo. El Oporto, por el otro, tenía el cronómetro en su contra yuna jugada aislada podía meterle de nuevo en la lucha por la victoria. De esta forma, se sucedieron las mejores ocasiones de los dragones, la mayor parte de ellos con disparos lejanos. Primero probó fortuna Moutinho, pero fue Guarín, el ‘asistente’ del primer gol de Messi, quien sacó a relucir su cañón en el pie derecho para poner a prueba a un Víctor Valdés espléndido. El portero no lo estuvo tanto minutos después, cuando una falta de entendimiento con Mascherano, la estuvo cerca de aprovechar Hulk, aunque esta vez Abidal evitó el empate. El francés, ya con Alexis, Busquets y Cesc sobre el campo y con caras nuevas también en el Oporto, le hizo un claro penalti a Guarín que ni el colegiado ni su asistente vieron.
Rolando, que minutos antes había visto una amarilla por agarrar de la zamarra a Messi, no tardó en repetir acción y, además, sobre el mismo jugador. El árbitro no lo dudó y expulsó al defensa del Oporto,lo que ponía en bandeja el triunfo culé. Y efectivamente, y ya puestos, Messi celebró ser elegido el mejor jugador del año en Europa para sacar a relucir su abanico de exquisiteces para inventarse una asistencia a Cesc, que se hallaba dentro del área, y sin dejarla caer aporreó el cuero hacia las mallas lusitanas. Como cuando coincidieron a los 13 años en los cadetes, su conexión fue letal. De ahí al final dio tiempo de ver una dura e innecesaria entrada de Guarín, que también fue expulsado y, una ocasión de Iniesta para rubricar un marcador que terminó con 2-0. Los pupilos de Guardiola, con la conquista de la Supercopa de Europa, siguen coleccionando títulos en unas vitrinas que se niegan a perder la costumbre. ¡Enhorabuena!
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